Hay que conocer la historia para repetirla o no

martes, 31 de julio de 2012

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sábado, 28 de julio de 2012

Olímpicos españoles, ¡me la sudáis!


Símbolo olímpico oficial

En España no hay dinero para nada, todos tenemos que hacer sacrificios. Nos lo dicen los políticos con sus sueldazos, dietas, extras y corruptelas varias. También nos lo dice el sucesor de Franco, Juan Carlos, con sus opacas cuentas, sus yates y cochazos regalados por mandatarios asesinos como él, o por grandes empresarios, ya sabemos, aquellos que tienen escondido el 70% del capital defraudado en España; por cierto, yates y cochazos, cuyo mantenimiento corre a cuenta del Estado, es decir, a nuestra cuenta. Por no hablar de coches oficiales, viajes, eventos patéticos... ya hablaremos detenidamente del sucesor de Franco en otro momento.
Así es, no hay dinero y, tenemos que aceptar los sacrificios y la destrucción de los derechos laborales y sociales con resignación, porque es necesario ¿no? Pero por supuesto, SÍ hay dinero para la iglesia, SÍ hay dinero para la fiesta taurina, SÍ hay dinero para todo tipo de celebraciones en las que se torture a animales o no, SÍ hay dinero para los bancos y cajas, SÍ hay dinero para la casa real, SÍ hay dinero para el ejército, a no ser que formes parte de la tropa, en cuyo caso también te jodes, SÍ hay dinero para los señoritingos futbolistas de la selección (así revienten un día en su puto autobus, todos juntos) y a lo que iba: también hay dinero ahora para premiar a los deportistas olímpicos que consigan medalla en las olimpiadas de Londres. A saber: el Comité Olímpico Español (COE), ofrecerá 94000€ a cada deportista que consiga un oro; 48000€ al que obtenga una plata y 30000€ al que gane un bronce. Y eso en los deportes individuales, si nos vamos a los de parejas, como los dobles en tenis, las cifras son de 75000€ por oro, 37000€ por plata y 25000 por bronce a cada uno de los dos. Y el asunto no acaba ahí, ahora nos vamos a los deportes de equipo: 50000€ por cada oro, 29000 por plata y 18000 por bronce. Recordemos que estas cantidades se abonaran a CADA UNO de los miembros del equipo y, por ejemplo, en baloncesto son doce, ¡doce! no digamos ya en fútbol.
Para esto también hay dinero ¿verdad que sí?
Estos sí que eran olímpicos

Auténtico símbolo olímpico en la
Edad Contemporánea

Pero claro, ya saldrán los listillos que digan que esas primas ya se concedieron en los JJOO de Pekín 2008; sí, pero en 2008 no había cinco millones y medio de parados todavía, en 2008 los trabajadores aún tenían algún derecho (tampoco demasiados), en 2008 no se había derogado la ley de dependencia, en 2008 no había casi 200000 desahuciados y en la calle por culpa de las deudas con los bancos, esos para los que SÍ hay dinero, en 2008... vale. También saldrá algún rompepelotas, que ladrará que lo de las primas a los olímpicos tambíén se hace en otros países. Bien, primero, me la sudan los otros países, ahora estoy hablando de esta gran nación, esta cleptocracia casposa que es España o Espaná. Y segundo, en otros países en los que se dan primas, como EEUU o Francia, no tienen los problemillas que he citado más arriba, ni otros muchos más que no he citado, o por lo menos no los sufren tan acusadamente como nosotros.
Que tiempos aquellos en los que la aspiración de los atletas olímpicos, solo era la gloria del triunfo. Ahora, muchos deportistas parecen más modelos de pasarela que deportistas. Todo es publicidad, política, dopaje, corrupción, jueces comprados, intereses comerciales, etc. El símbolo del Euro y del Dolar es el verdadero emblema olímpico.

jueves, 26 de julio de 2012

La Batalla de Girón

INTRODUCCIÓN

       El 17 de Abril de 1961 una brigada de mercenarios, financiada, entrenada, equipada y apoyada por el gobierno de los Estados Unidos de América y su Agencia Central de Inteligencia (CIA) desembarcó en dos puntos de la Bahía de Cochinos, al Sur de la isla de Cuba. Una nación soberana que recientemente había conseguido la liberación de un régimen dictatorial presidido por el militar Fulgencio Batista, que tras un golpe de Estado en 1952 (con el beneplácito de EEUU.) había dirigido el país a base de represión, explotación del campesinado y del proletariado, trato de favor comercial hacia las empresas norteamericanas, proliferación del latifundismo, etc.
       Esa acción bélica, tan reciente en términos históricos, ha sido convenientemente silenciada, o al menos minimizada por los medios y la propaganda al servicio de los grandes magnates y de los gobiernos capitalistas disfrazados de demócratas predominantes en el mundo actual, empeñados todos ellos en criminalizar cualquier gobierno socialista pasado o vigente cuya existencia pudiera amenazar la situación dominante de unos pocos privilegiados o despertar las adormecidas y embotadas mentes de la gran masa trabajadora.
       No solo la invasión de Bahía de Cochinos ha sido olvidada o manipulada: la misma creación del Estado socialista de Cuba en 1959 y la campaña de atentados terroristas que la isla sufrió desde entonces, impulsados por la nación conocida como la «cabeza del mundo libre», se han visto relegados al rincón de los acontecimientos menores del siglo XX, o sometidos a campañas de desinformación. Fuera del ámbito cubano, un buen ejemplo de esto se encuentra en la batalla de Stalingrado (Agosto de 1942-Febrero de 1943), verdadero principio del fin del régimen nazi alemán; pero que aún así, es el desembarco de Normandía (Junio de 1944) lo que se pretende presentar como el punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial.
       El 3 de Enero de 1959 las columnas guerrilleras revolucionarias de Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos penetran en la capital cubana: La Habana. Rápidamente se hacen con los puntos clave de la ciudad sin oposición, ya que el conflicto se había resuelto definitivamente en favor de los Rebeldes dirigidos por Fidel Castro. Dos años habían transcurrido desde que un grupo de doce guerrilleros alcanzaron, con enormes dificultades, la Sierra Maestra, en la parte oriental de la isla, desde donde comenzaron una campaña de acciones tácticas contra elementos militares a las órdenes del dictador Batista, que desembocaron en la liberación de La Habana casi veinticuatro meses después.
       Al día siguiente de la citada entrada de las columnas rebeldes en La Habana, ya se nombra a un Presidente provisional: Manuel Urrutia Leo. Tres días después, el 7 de Enero, el gobierno Norteamericano reconoce oficialmente al nuevo gobierno de Cuba. El día 8 del mismo mes, Fidel Castro hace su entrada triunfal en la capital, dándose un baño de masas. La victoria rebelde se consuma totalmente.
       En un principio, el ejecutivo Yanqui, no muestra especial beligerancia contra el nuevo poder instalado en la isla caribeña. Esto tiene varias probables causas: Parece ser que en el seno del poder de la gran potencia americana no se juzgó correctamente a los guerrilleros, convertidos en dirigentes nacionales. Es muy posible que creyeran que a pesar del marchamo revolucionario del joven régimen, este no perjudicaría a los intereses comerciales estadounidenses. En la Casa Blanca y en el Pentágono eran conscientes de la gran impopularidad del ex presidente Batista y además, se aproximaban unas elecciones en USA y por lo visto, en aquellas circunstancias no interesaba embarcarse en nuevas aventuras golpistas, por otro lado tan frecuentes antes y después de estos acontecimientos, en la política exterior norteamericana. Pero muy pronto los dirigentes de Washington cambiarán radicalmente de actitud hacia el Estado socialista que se había creado a menos de doscientos kilómetros de sus costas.

DESARROLLO


       Antecedentes: Desde el mismo día en el que las armas de los guerrilleros de Fidel Castro se alzaron con la victoria, se puede decir que comenzaron los precedentes que terminaron con la invasión de Bahía de Cochinos, incluso antes. En 1954, unas fuerzas mercenarias muy similares en su composición a las que siete años después desembarcarían en las playas de la Ciénaga Zapata, invadieron Guatemala, siendo esto el desencadenante que provocó la caída del gobierno presidido por el militar progresista Jacobo Arbenz. Por supuesto, detrás de aquella invasión estaba la larga mano de Washington y la CIA. Ernesto «Che» Guevara estuvo en Guatemala durante los días del ataque en 1954, tomando parte activa en la defensa de la soberanía guatemalteca y volvería a estar muy presente en 1961, esta vez como figura destacada, en el nuevo intento de sometimiento de una nación latinoamericana por parte del imperialismo estadounidense.
       Pronto se alzaron voces, que desde Estados Unidos y otros lugares acusaban al nuevo régimen cubano de comunista, aunque ni los miembros del llamado «Movimiento 26 de Julio» ni nadie dentro de la revolución se había pronunciado en ese sentido. Por este y otros motivos: como el carácter provisional de la administración cubana y la declarada intención, mediante la publicación de un programa político, de convocar elecciones generales en un futuro próximo, los dirigentes del gigante americano se mostraron «benevolentes» con Cuba en los primeros días después del triunfo de la revolución armada. Únicamente, se limitaron a recomendar al nuevo gobierno caribeño que no perjudicara a los intereses comerciales norteamericanos en la isla. Esta «recomendación» irritó considerablemente a Fidel Castro que reaccionó pronunciando un agresivo discurso ante una muchedumbre de compatriotas, en el que hablará de libertad política e incluso amenazará con anular las concesiones a las compañías monopolísticas de capital extranjero. Este discurso podría considerarse el comienzo de la preparación para la invasión.

       Transcurre Marzo de 1959 cuando las acusaciones de comunismo, hacia el nuevo poder en Cuba arrecian en el exterior. Pero el gobierno presidido por Urrutia desmiente esas afirmaciones en más de una ocasión por voz del nuevo primer ministro: Fidel Castro, el cual viaja a USA el 15 de Abril con ánimo exento de enemistad hacia la nación anfitriona, donde es recibido con amplia expectación. El líder revolucionario recala en Washington y Nueva York, allí llega a dar un discurso ante una multitud en el conocido Central Park. Durante las jornadas de gira por Estados Unidos, Fidel Castro vuelve a desmentir la naturaleza comunista de su gobierno e intenta recabar ayuda económica. Pero lo cierto es que, al cabo de las semanas, la ideología de los principales líderes cubanos va radicalizándose. Mucho tuvo que ver en esa evolución, la maduración ideológica de Ernesto Guevara, la personalidad más relevante en todo este asunto, incluso por encima de Fidel. Esa aproximación a la más extrema izquierda revolucionaria desembocó en la aprobación, el 17 de Mayo de 1959 de la Ley de Reforma Agraria. Una reforma que, en líneas generales eliminaba el latifundio al establecer una extensión máxima de 400 hectáreas por propiedad, además de implantar un sistema de expropiación y reparto de tierras entre el campesinado. Esta reforma ya estaba en la mente de los revolucionarios desde los tiempos de Sierra Maestra, o antes.

John Foster y...

...Allen W Dulles
Comparen estos personajes
con los de la foto de arriba

        Ni que decir tiene que la Reforma Agraria cubana desató la ira de los grandes empresarios estadounidenses y sus colegas políticos. Era un desafío directo a los intereses comerciales del coloso norteño en la isla, concretamente, se vio especialmente afectada la multinacional United Fruit Company, una compañía, que además de tener vínculos con la mafia, incluía entre sus accionistas a personajes tan poderosos como el director de la CIA Allen Welsh Dulles o a su hermano John Foster, secretario de estado (ministro de asuntos exteriores). A partir de entonces comenzó a pergeñarse, de manera definitiva, la Operación Pluto, diseñada por el director de la CIA y destinada a derrocar al gobierno socialista cubano mediante acciones terroristas, bombardeos, campañas de difamación y finalmente, invadiendo abiertamente la isla.
       Las reacciones contra la reforma agraria no se hicieron esperar mucho. Durante la segunda mitad de 1959 se sucedieron una serie de ataques por parte de barcos piratas y bombarderos B-25 y B-26 principalmente, aviones de fabricación estadounidense. Los objetivos fueron infraestructuras e industrias cubanas, también hubo  barcos pesqueros ametrallados, secuestros, quema de escuelas rurales y de cosechas, etc. Las poblaciones tampoco se libraron de esas agresiones: la más sonada fue el bombardeo de La Habana desde una embarcación artillada. Por supuesto, la administración yanqui negaba toda relación con los atentados; pero como dijo Fidel Castro: esos barcos y aviones no procedían de la nada.

Bombardero B-26

       A finales del 59, dará comienzo un bloqueo económico parcial mediante la negativa a vender armamento a la isla, además de trabas a la exportación de diversos productos cubanos. Este bloqueo parcial se intensificará en Octubre del año siguiente, un bloqueo que se mantiene hasta hoy en día y que permanecerá hasta que no desaparezca el gobierno socialista cubano o el imperio capitalista estadounidense.
       A la ya más que tensa relación entre Cuba y su poderoso vecino del Norte, le echa mas leña la visita del Ministro de asuntos exteriores de la Unión Soviética: Anastas Mikoyan, en febrero de 1960. El día 17 del siguiente mes, el presidente Eisenhower aprueba la Operación Pluto: el proyecto diseñado por la CIA para la ocupación de Cuba. La idea principal de la operación era un golpe contundente mediante un desembarco anfibio apoyado por ataques aéreos. La invasión estaría precedida de una serie de atentados y campañas de desinformación destinadas a «ablandar» la moral del pueblo cubano por medio de distintas emisoras de radio creadas en islas cercanas y en el territorio continental de USA, una de ellas todavía existe: la WQBA La Cubanísima, que continúa siendo un importante medio de propaganda fascista del exilio cubano en Miami. Algunas de esas transmisiones contrarrevolucionarias llegaron a emitir comunicados tan patéticos como: «Fidel está buscando un medio para destruir la iglesia [...] ve a la iglesia y sigue las indicaciones del clero» o «¡Madre cubana, no te dejes quitar a tu hijo! El gobierno revolucionario te lo quitará cuando cumpla cinco años...» La CIA también creó una especie de partido político llamado Frente Revolucionario Democrático (FRD), liderado por ciudadanos cubanos que habían ostentado cargos importantes en la época de Batista o simples opositores al nuevo gobierno, con el fin de dar una imagen de legitimidad a la futura invasión y preparar de antemano una administración títere cuando la revolución fuera derrocada.
       La fuerza de desembarco estaba formada por la denominada Brigada 2506. Esta unidad contaba con unos 1500 efectivos, que fueron entrenados por un coronel del US Marine Corps, en un lugar habilitado para ello en Guatemala, llamado Base Trax. La Brigada 2506 estaba compuesta, en gran parte, por ex militares del ejército de Batista, latifundistas, grandes propietarios, terratenientes, hijos de este tipo de elementos que no querían renunciar a una vida privilegiada que desde la cuna creyeron asegurada, algunas decenas de mercenarios norteamericanos e incluso clérigos. Tampoco faltaron los inefables miembros del campesinado y proletariado, que por ignorancia, estupidez o ambas, luchan del lado de aquellos que les someten y les desprecian.
       Durante cerca de dos años, previos a la invasión, los ataques y atentados en territorio cubano se intensificaron. Los más destacados de ellos son la voladura del vapor La Coubre: un barco que arribó al puerto de La Habana cargado de armas procedente de Bélgica, en el que tuvieron lugar dos explosiones que dejaron un balance de cien muertos y cuatrocientos heridos (durante el sepelio por las víctimas nació la famosa consigna: «Patria o muerte») y el incendio, por parte del empleado Carlos González Vidal, pariente de un jefe de la CIA en Miami, del principal centro comercial del país: la tienda El Encanto, que había sido nacionalizada por el gobierno de la revolución, quedó completamente destruida solo cuatro días antes de la invasión y allí murió una empleada y otras dieciocho personas resultaron heridas.

Una de las 500 víctimas de la
voladura del vapor La Coubre

       La Batalla: Tres nuevos bombardeos se produjeron el 15 de Abril, ya como preparación directa de la invasión. Fueron ocho aparatos B-26, que se dividieron y atacaron simultáneamente la base aérea de San Antonio de los Baños en la provincia de La Habana (actual Artemisa); el aeródromo de Ciudad Libertad, también en La Habana y el de Santiago de Cuba. Los aparatos agresores iban disfrazados con insignias de la aviación cubana con el objeto de hacer creer que eran tripulados por pilotos autóctonos descontentos con el régimen. Ese mismo día, el representante de Cuba en la ONU, Raúl Roa, denunció el ataque por parte de la aviación estadounidense ante la asamblea. Solo le sirvió para recibir advertencias y llamadas al orden por parte del presidente de la Asamblea General. Casi al mismo tiempo, Fidel Castro desde La Habana, instaba a quién fuera, a que mostrara al mundo a esos supuestos pilotos desertores y descontentos, cosa que por supuesto, nadie llevó a cabo. Los bombardeos se cobraron la vida de siete personas y dejaron más de cincuenta heridos, la mayoría civiles. Los daños materiales causados por el ataque fueron escasos.
       La fuerza de desembarco será transportada por cinco buques de guerra estadounidenses y escoltado por otras naves de la armada yanqui. Su destino eran dos puntos de la Bahía de Cochinos, en la Ciénaga de Zapata al Sur de la provincia de Matanzas: Playa Larga y Playa Girón. La Brigada 2506 contó con el apoyo de cinco tanques Sherman, varias unidades de artillería de campaña y otros pertrechos, como morteros y lanzagranadas. En la madrugada del 17 de Abril los milicianos del batallón 339 de Cienfuegos, entablan combate contra la compañía E del batallón 2 de la tropa invasora en la zona de Playa larga: comienza así la batalla de Playa Girón o Bahía de Cochinos.
       Ante los puntos de desembarco se extiende la Ciénaga de Zapata: una amplia extensión de pantanos y humedales que son atravesadas por tres pasarelas, construidas por la revolución. El batallón 339 es obligado a retroceder; pero pronto llegan en su auxilio otras unidades cubanas que logran estabilizar la situación y mantener el acceso a Playa Larga a pesar de la aparición de paracaidistas que han sido lanzados para reforzar a los desembarcados. Al mismo tiempo la aviación cubana se lanza contra los buques estadounidenses, hundiendo dos de ellos. Tampoco se libran los bombarderos que apoyan a la fuerza invasora: al menos cuatro son derribados en las primeras horas de la batalla.
       Al mismo tiempo, en Playa Girón la situación es parecida: los mercenarios logran desembarcar y encontrando poca resistencia, logran ocupar unos pocos kilómetros por esa zona, controlando parte de las dos carreteras que se adentran en territorio cubano, ayudados por los cinco tanques con los que cuenta la Brigada y de más paracaidistas que saltan en la retaguardia de los milicianos que combaten contra los mercenarios. Al final del primer día de combates los invasores controlan una cabeza de playa de unos 400 kilómetros cuadrados y solo han logrado acercarse a los principales puntos de acceso en las tres carreteras. La flota norteamericana se retira ante el acoso de la aviación cubana, dejando atrás dos buques hundidos y otros dañados.
       El día 18 marca el inicio de la contraofensiva cubana. El gobierno envía a la zona numerosos batallones, unidades de artillería y de tanques. Da comienzo un acoso constante por medio de las piezas, recientemente adquiridas a la Unión Soviética y Checoslovaquia. Las unidades milicianas de refresco se lanzan sobre la Brigada con intención de expulsarles, capturarles o exterminarles. La situación de los brigadistas en Playa Larga se hace insostenible (uno de los buques hundidos transportaba municiones y víveres para ellos) y deciden retirarse hacia Playa Girón, donde los supervivientes se unen al resto de la Brigada. Allí los invasores, cercados, retroceden hasta el punto en donde las dos carreteras se unen en una, en la población de San Blas. Las fuerzas aéreas de los dos bandos no dejan de acosar a las fuerzas terrestres. Es destacable el bombardeo del ómnibus en el que se trasladaba el Batallón 123 cubano, desde Playa Larga hacia Girón, por parte de una escuadrilla de B-26 que ametralló e hizo uso del polémico napalm: esas bombas químicas-incendiarias que tanto utilizarían pocos años después en Vietnam.
       La última jornada de esta corta batalla será el 19 de Abril. A las diez de la mañana las tropas revolucionarias recuperan San Blas; pero los invasores han establecido un perímetro de cierta solidez y el asalto para desalojarles, le cuesta un considerable número de bajas a los asaltantes revolucionarios. Los últimos combates aéreos se resuelven con un resultado de otros cinco aparatos de la CIA abatidos por ninguno de los cubanos, que han contado desde el comienzo, con los únicos cazas a reacción de la contienda; curiosamente, unos cazas de fabricación estadounidense que fueron adquiridos por el gobierno de Fulgencio Batista poco antes del triunfo de los rebeldes de Fidel Castro. Finalmente, los últimos brigadistas se rinden a las cinco y media de la tarde.

BATALLA AÉREA

        Las acciones aéreas, habían comenzado mucho antes de la invasión. Los aparatos de la CIA, venían bombardeando y ametrallando el suelo cubano con frecuencia, desde el triunfo de la revolución. Incluso durante la guerra, Batista utilizó su fuerza aérea contra los guerrilleros y civiles que les apoyaban, con pobres resultados; porque apenas tuvieron efecto en los rebeldes, pero si destruyeron varias aldeas de campesinos. Esta fue la «especialidad» de la fuerza aérea de Batista. Por el otro lado, los rebeldes llevaron a cabo una única acción, con la recién creada Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR), cuando el piloto Luis A. Silva Tablada, a los mandos de un hidroavión Vought-Sikorsky «Kingsfisher», atacó el cuartel batistiano de La Maya.
        La FAR se creó en las últimas semanas de la guerra, en la parte oriental de la isla, feudo de los revolucionarios desde el comienzo. Esta débil flota, se formó a base de capturar aparatos de la dictadura, a medida que se iba liberando la isla. Llegó a contar con una decena de aviones de distintos tipos al finalizar la contienda.
        Las operaciones, por parte de aeronaves basadas en aeródromos estadounidenses, contra objetivos militares, económicos y civiles cubanos, se sucedieron a partir de entonces. Sobre todo desde la aprobación de la reforma agraria y el inicio del diseño de la Operación Pluto. Además hubo otras acciones, como el lanzamiento de agentes o suministros para ellos, reconocimientos, etc.
        Y así se llega al día 15 de abril, cuando la aviación mercenaria lanza los ataques de preparación para la invasión mencionados antes. Estos ataques, que se centraron en tres aeródromos cubanos (San Antonio de los Baños, Ciudad Libertad y Santiago de Cuba), tenían como objeto el rematar a la ya de por si exígua aviación militar cubana. La FAR, se había encontrado con enormes dificultades desde el principio. Apenas pudieron adquirir aparatos el extranjero, además el bloqueo, dificultaba en gran medida la adquisición de piezas de recambio. El resultado de esto es que, a comienzos del año 1961, la FAR tenía más aviones fuera de servicio que en activo. Tampoco le hubiera servido de mucho tener más aparatos, porque los pilotos disponibles eran contados, debido a la defección de muchos de ellos cuando la dictadura de Batista se desmoronaba y, a que otros estaban detenidos o apartados de sus funciones al ser sospechosos de simpatizar con la contrarrevolución. Por eso, el nuevo régimen se esforzó en formar nuevos pilotos, unos pilotos que muy pronto se revelarían como mucho más eficaces de lo que en los despachos de Washington se imaginaban.
        Para el día 15, los aviones operativos de la FAR se limitaban a cuatro cazas Hawker «Sea Fury», tres reactores Lockheed T-33, de esos que Batista había adquirido amablemente justo antes de ser derrotado y que tan bien iban a servir a la revolución y, otros tres B-26, aparte de algunos otros de transporte, instrucción y reconocimiento.
        Los ataques mercenarios, que efectivamente, deberían de haber rematado a la FAR, solo dieron como resultado un T-33 y dos B-26 destruídos. Es cierto que también destruyeron algunos aviones de transporte y/o reconocimiento como un DC-3 y un PBY-5 «Catalina». Además, otro T-33 se estrelló poco antes de los ataques, probablemente derribado por aviones procedentes de Guantánamo: ese grano repugnante infectado por los norteamericanos, en el culo de Cuba, tanto entonces como hoy.

Antiaéreo de 12,7

        ¿Y por qué se produjo aquel pírrico éxito de la aviación mercenaria? Existen dos factores que creo fundamentales: el primero fue la brillante decisión, tomada por Fidel Castro, en los días previos a la invasión, de redistribuir a los aparatos, de manera que los operativos parecieran de baja, al estar apartados y diseminados y, los averiados parecieran operativos al estar en línea y bien visibles. El resultado fue, que varias bombas certeras, se desperdiciaron en aviones inutilizados. El otro factor importante fue el muy intenso fuego antiaéreo, que consiguió derribar un B-26 atacante, obligó a un aterrizaje forzoso a dos más, dañó a otros y, en definitiva, dificultó bastante la acción de los invasores, tanto el día 15 como en la batalla propiamente dicha.
        Y llegó el día 17 y con él la invasión y, con ella la desagradable sorpresa para los yanquis y sus esclavos. ¿No se había destruido la fuerza aérea roja? Pues cinco aviones mercenarios derribados, un buque encallado y otro en el fondo del mar junto a otras embarcaciones, decían que no. La reacción del mando invasor fue, aparte de el repliegue de la flota, el ordenar un nuevo bombardeo sobre San Antonio de los Baños, en esta ocasión, nocturno. Los pilotos atacantes (entre los cuales había ciudadanos norteamericanos, como quedó demostrado) tuvieron serias dificultades para localizar la base, gracias a una nueva medida acertada, que fue la de apagar todas las luces de las localidades próximas. Cuando lo hicieron, fueron recibidos por un demoníaco fuego antiaéreo, superior al del día 15. De los tres B-26 yanquis, dos fueron acribillados y el otro escapó de milagro, descargando las bombas sin ton ni son, con el grandioso resultado de una vaca muerta a consecuencia de ello. Se mandó una segunda oleada de bombarderos, que ni localizaron la base. Balance final de los dos raid: una granja de pollos destruida, una vaca asesinada y dos B-26 mercenarios derribados.

Reactor T-33

        Los heroicos invasores, solicitaron apoyo aéreo más intenso a sus amos, como no podía ser de otra forma. La solicitud fue concedida; pero un fallo de coordinación con el portaviones Essex, propició que los cazas de protección sobrevolaran la zona de combate una hora antes de que lo hicieran los bombarderos, con lo que los cazas volvieron al Essex sin haber hecho nada y, los pobres desgraciados pilotos de B-26, se encontraron con una nueva sorpresa, y ya llevaban varias, al verse de nuevo a merced de los cazas cubanos. Otros cinco fueron derribados o alcanzados.
        Mientras tanto los B-26 de la FAR, con algún apoyo de los cazas, no pararon de hostigar durante los días 18 y 19 a los de la Brigada 2506 en tierra, con excelentes resultados. Al final de la batalla los cubanos habían perdido dos aparatos. Pero también habían demostrado una capacidad que asombró y desconcertó a los siempre arrogantes invasores estadounidenses. Por lo visto, ya no se acordaban de Pearl Harbor. Y no solo los pilotos veteranos, procedentes de la aviación batistiana, que habían sido adiestrados en EEUU, se comportaron con brillantez, también los nuevos pilotos cubanos, formados recientemente por la revolución, consiguieron dar una lección al imperio norteamericano, al obtener con un puñado de aparatos el dominio del aire.


        Tras 66 horas de combates la invasión fue frustrada, al precio de más de 150 muertos y unos 300 heridos. En cuanto a los invasores: dejaban atrás alrededor de 100 muertos, 200 heridos, 1200 prisioneros, 2 buques perdidos y al menos 10 aviones derribados. Las fuerzas revolucionarias se dedicaron el resto del día y los siguientes, a limpiar los campos circundantes de brigadistas huidos. El plan de la CIA, de establecer una cabeza de playa durante tres días, en la que se formara un gobierno provisional contrarrevolucionario, que solicitaría una intervención directa del ejército de los Estados Unidos, había fracasado estrepitosamente.

CONCLUSIÓN

      
       La invasión de Playa Girón supuso el primer gran revés para la política imperialista de los Estados Unidos en el mundo en general, y en América latina en particular. El presidente Kennedy admitió, cinco días después, la responsabilidad de su gobierno por la agresión, a pesar de que la Operación Pluto le vino en herencia de la anterior administración de Eisenhower. Esto supuso para el presidente Kennedy, una bajada de popularidad entre los sectores más reaccionarios de la sociedad y de la política norteamericana, que le acusaron de dejar desamparados a los «héroes» de la Brigada 2506. En cambio, el gobierno cubano salió reforzado después de aquel acontecimiento, sobre todo dentro de sus fronteras. No obstante, el bloqueo económico, que se haría  total en Febrero de 1962, continuó y continúa hasta hoy.
       Otra novedad histórica es la indemnización de guerra que el gobierno de USA se comprometió a pagar a cambio de los prisioneros. La administración estadounidense seguía reconociendo, al menos implícitamente, su plena responsabilidad por la invasión al acoger a los mercenarios y pagar por ellos. De hecho, llegó a efectuarse un acto oficial, en honor a los supervivientes de la Brigada, con ellos presentes y presidido por la mujer del presidente Kennedy. La indemnización (60 millones de Dólares) sería invertida por el gobierno cubano en medicinas y alimentos. Al menos, algo positivo salió de aquel intento de invasión.

BIBLIOGRAFÍA


·        Grandes Biografías-Che Guevara, Ed. Nájera

      DVD:

  • La Revolución Cubana-Los 4 años que estremecieron al mundo, INSTITUTO CUBANO DEL ARTE E INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICOS (ICAIC)

INTERNET:

  • caired.cu
  • cubadebate.cu
  • terrorfileonline.org
  • biografíasyvidas.com
  • wikipedia.org
  • acrosscuba.com
  • cubaweb.cu
  • bohemia.cu
  • bravepages.com
  • rkka.es

miércoles, 25 de julio de 2012

«Defensor de la libertad»

Ha muerto Oswaldo Payá, destacado opositor al régimen cubano, fundador y líder del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL).
El pasado 22 de julio, el vehículo en el que circulaba, perdió el control y se estrelló contra un árbol, aunque otras informaciones hablan de que fue embestido por otro coche. Junto a Payá, viajaba Harold Cepero, compañero «disidente» de Oswaldo, que también ha fallecido; el ciudadano sueco Jens Aron Modig, dirigente de la liga de la Juventud Demócrata Cristiana (KDU) y Ángel Carromero, vicesecretario general de las Nuevas Generaciones del PP en Madrid, el cual se encontraba en la isla en calidad de «turista». Al parecer, este último era el conductor del vehículo siniestrado y, en estos momentos se recupera de sus lesiones, al tiempo que es interrogado por la policía cubana, en el marco de la investigación que se ha abierto para esclarecer las causas del accidente.
¿Qué hacía el miembro de las juventudes peperas junto a los opositores cubanos en la misma isla caribeña? Sin duda. el derechista declarará memeces e hipocresías del tipo: «estamos trabajando en pro de los derechos humanos y de la libertad del pueblo cubano», o «luchamos por la llegada de la democracia» y cosas así.
Otro tanto se podrá decir del otro superviviente del accidente, el también derechista, en este caso sueco, Jens Aron. Perdón, ¿he dicho derechista? quería decir neoliberal, demócrata, centrista o cualquier otro de los términos con los que los fascistas se vienen auto denominando en los últimos tiempos.
Desde el primer momento, ciertas voces están ladrando que el accidente, podría no ser un accidente, si no un asesinato encubierto por parte del criminal régimen cubano, al estilo de los que ha llevado a cabo durante toda la segunda mitad del siglo XX la CIA, esa agencia que no ha recibido ni recibirá ninguna crítica del exilio ultra fascista cubano desde Miami, ni de las financiadas por ellos: damas de blanco, ni por la blogera Yoani Sanchez, ni por ningún gobierno «demócrata» como el español, el alemán, etc.
Las mentiras, patrañas e intoxicaciones acerca de Cuba, se intensificarán sin duda, por lo menos en España, cuando el insigne Ángel Carromero, regrese a su país; cuando escape de las garras de la criminal dictadura cubana. De momento, según medios como Tele5, nada sospechoso de simpatizar con el gobierno cubano, han informado que Ángel Carromero, ha declarado que el accidente se produjo cuando él, como conductor, no vio una señal de reducción de velocidad y que eso causó el accidente. Así que tal vez, la familia del fallecido Oswaldo Payá, debería preguntar al de las juventudes del PP, por que está muerto su pariente, en vez de proclamar que ha sido asesinado por la criminalidad roja imperante en la isla de Cuba. Lo mismo le diría a los medios de comunicación de derechas, imperantes en casi todo el mundo «desarrollado» y a los políticos del PP, exiliados de Miami e intoxicadores mediáticos varios; pero ya sabemos que a todos esos, ni les interesa ni les importa la verdad, si no que aprovechan cualquier ocasión para lanzar su veneno y sus patrañas sobre Cuba. Una propaganda que ha calado muy hondo en gentes ignorantes, desinformadas o, simplemente descerebradas.
Algunos se han dado poca prisa en celebrar un funeral en honor a las víctimas mortales. No solo en Cuba, también en Madrid, concretamente, en la iglesia de San Fermín de los Navarros, el día 24 de julio. Figuras destacadas que asistieron a ese funeral en la capital de España fueron: el hermano del fallecido, Carlos Payá; el secretario general del PP europeo, Antonio López Istúriz o la grandiosa presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, la señora marquesita, la virreyna del centro. La Aguirre expresó, a cuenta del sepelio, sus condolencias a la familia y a todos los cubanos «que luchan por la democracia», ¿veis a lo que me refería antes? La Aguirre habla de democracia, la misma que llegó a lo más alto en Madrid, gracias a que se tuvieron que repetir las elecciones autonómicas en 2003, porque en la sesión de investidura «desaparecieron» dos miembros del PSOE, cuyo secretario general en Madrid, estaba a punto de ser investido como presidente; habla de democracia la que ha privatizado media sanidad en su feudo, en favor de empresas de amiguitos; habla de democracia la que ha colocado a su hijito y a su hermanita en cargos públicos... bueno, se puede dedicar un artículo entero a ese personajillo que es la Aguirre y, además sería bien extenso.
Volviendo a Oswaldo Payá. Fue un hombre que siempre luchó por la democracia en Cuba, como dice la Aguirre. Su iniciativa más famosas fue el llamado Proyecto Varela, un proyecto que promovía una serie de reformas en Cuba, como la llegada de la libertad de expresión, la libertad de asociación, el libre comercio, etc. En resumen, una iniciativa que pretendía, como tantas otras, la implantación del capitalismo en Cuba, ya sabéis: esa maravilla que trae paro por doquier, desigualdades, miseria, mendicidad, ignorancia... sí, en España conocemos muy bien, especialmente en esta época, las bondades del capitalismo.
Y en cuanto a la libertad de expresión, por poner algún ejemplo gráfico: ¿no opera la blogera ultra Yoani Sanchez, desde la mismísima capital de Cuba? Y la libertad de asociación: ¿qué es el Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), creado por el propio Oswaldo en Cuba? ¿Qué falta de libertad es esa? ¿Qué régimen tiránico permite que elementos que trabajan abiertamente en su contra, puedan vivir y desarrollar sus acciones tranquilamente y durante años, en el mismo territorio nacional? Y si lo que dice la familia de Payá, fuera cierto ¿por qué se ha esperado tanto para asesinarle? No olvidemos que el Proyecto Varela fue llevado a cabo entre los años 1996 y 1998. Y que el MCL, fue fundado en 1987 ¿Por qué ahora?
En fin, está claro que escucharemos muchas idioteces sobre Cuba, a cuenta de la muerte de Oswaldo Payá, en las próximas semanas y, si no es por eso, será por otros asuntos.

sábado, 21 de julio de 2012

La Bañez

La ministra de trabajo que nunca ha trabajado ni cotizado vuelve a la carga. La creadora de: la virgen del rocío «nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar, todos los días, de los ciudadanos», nos presenta ahora la noticia de que su ministerio, se gastará 4,7 millones de euros en servicos de impresión y envío, a pesar de la protesta de los «recortados» funcionarios de la Tesorería General de la Seguridad Social, que aseguran que ellos mismos podrían hacer ese trabajo, con el consiguiente ahorro.
Claro que, tanto esa ministra tecnócrata como las empresas que se van a beneficiar, una vez más, con el dinero del pueblo, aseguran que es imposible que los funcionarios hagan ese trabajo y que es necesario gastarse ese dinero. Como también es necesario que les bajen el sueldo a los funcionarios por ejemplo, o que se suba el IVA de productos básicos, de material escolar, de cine, teatro, etc; pero no de fútbol, toros, artículos de lujo... ¡Viva la virgen del rocío!
P.D.: Ya se que «virgen del rocío» va con mayúscula, pero es que, con todo respeto, no me sale de los putos cojones.

lunes, 16 de julio de 2012

¿Por qué se venció en Las Navas de Tolosa?

El lunes, 16 de julio de 1212, tuvo lugar en la península ibérica, la batalla más grande jamás librada en esa tierra. Hubo que esperar hasta la llegada del siglo XX, con la Batalla del Ebro, para que fuera superada en número de participantes y en sangre. Hasta la fecha, el enfrentamiento de 1938, se considera la mayor batalla de la historia de España; pero en segundo lugar, sin duda, se encuentra el choque decisivo de la reconquista, aquel que supuso el declive del Imperio Almohade y el principio del fin de la presencia musulmana en Iberia.
Muchos somos los que hemos oído hablar de Las Navas de Tolosa: aquella gran victoria de los reinos cristianos; aquel día que marcó un hito en la lucha contra los invasores mahometanos; el momento a partir del cual, los hechos de armas se contaron por victorias en favor de los cristianos, o españoles, si se prefiere; el cinturón de cadenas que protegía la haima de Miramamolín, con sus guardias negros anclados al suelo para morir defendiendo a su señor; la carga de los tres reyes... Pero ¿qué pasó realmente én aquella axfisiante jornada veraniega del siglo XIII? ¿Por qué se impusieron las armas cristianas, en unas circunstancias muy similares a otras ocasiones en las que se había fracasado? ¿Por qué se venció en la Batalla de las Navas de Tolosa?                                                                                                               

hhhhhh
Sancho de Navarra, atravesando la
linea formada por los fanáticos
guardias negros de Muhammad
al-Nasir (Miramamolín).

El antecedente directo de este magno acontecimiento fue sin duda, la Batalla de Alarcos. Acaecida casi diecisiete años antes: concretamente el 19 de julio de 1195. Ese encuentro, tuvo importantes paralelismos con tres grandes batallas, que alrededor de cien años atrás, habían librado los ejércitos castellanos-leoneses contra el otro imperio africano que había asolado la península: los Almorávides.
Las principales causas de la devacle de Alarcos, nos recuerdan claramente a las derrotas encajadas por el ínclito monarca: Alfonso VI de León, a finales del siglo XI y principios del XII. En todas esas contiendas se dieron visicitudes parecidas; a saber: la inferioridad numérica por parte de las tropas cristianas; la carga de caballería pesada castellano-leonesa, que con relativa facilidad, rompieron las primeras líneas musulmanas; la rápida penetración de las vanguardias norteñas en el centro del dispositivo africano; la situación de cerco, en la que se vieron sumidas esas vanguardias, a cuenta de la maniobra envolvente por parte de la caballería ligera enemiga; destrucción de las fuerzas rodeadas y desbandada general. En todos los casos, el rey al mando del ejercito derrotado consiguió sobrevivir. Las lides a las que me refiero, protagonizadas por las huestes de Alfonso VI son: Sagrajas (Al-Zalaca) (1086), Consuegra (1097) y Uclés (1108). En la primera, el monarca leonés logró salvarse, pero con una profunda herida en el muslo; en la segunda escapó intacto, saliendo por la «puerta trasera» del castillo de Consuegra; en la tercera, quizá con la lección aprendida, ni siquiera estuvo presente. En cuanto al rutilante rey, conocido como Alfonso VIII de Castilla (o I de Castilla para los amigos leoneses), durante la triste jornada de Alarcos, experimentó una situación parecida a la que sufrió su antepasado en la batalla de Consuegra. Después de consumarse la derrota de los ejércitos cristianos, el rey castellano se replegó a la inacabada fortaleza de Alarcos, de donde se escabulló sigilosamente, probablemente disfrazado, dejando atrás a miles de sus hombres caídos en el campo de batalla o atrapados en la indefendible plaza ciudadrealeña; a cientos de civiles aterrorizados y a varios barones, tomados como rehenes, por los cuales no hizo nada posteriormente en pro de su liberación y que finalmente fueron asesinados. Todo ello después de que ordenara el ataque, sin esperar a los refuerzos leoneses que se encontraban a apenas cinco días de camino, demostrando así una gran irresponsabilidad e incompetencia. Se dice que Alfonso quiso luchar hasta el final; pero que su mano derecha: Diego Lopez de Haro, le convenció para que escapara. Yo creo, que en una situación como esa solo se puede convencer al que quiere ser convencido, sobre todo si el aludido es un rey, pero eso es solo mi opinión.
Vamos a tratar la composición del ejército cristiano en Alarcos, con respecto a las formaciones que se dieron cita en Las Navas, diecisiete años después. Al mando del brillante Alfonso, se encontraban las órdenes monástico-militares de Calatrava, Santiago y la portuguesa de Évora; además de milicias concejiles y caballeros castellanos con sus peones y arqueros. En aquella ocasión, la inefable carga de caballería pesada, corrió a cargo de las órdenes, que fueron seguidas por las milicias. Todas esas fuerzas formaban la vanguardia, dirijida por el señor de Vizcaya: el magnate Diego Lopez de Haro, cuyo valor, fuerza y cualidades en campaña están fuera de toda discusión. Tras haber sido rodeados por la caballería ligera y con las milicias en franca desbandada, las órdenes militares, luchando con un inconmensurable heroísmo, fueron masacradas. A duras penas pudo romper el asedio el de Haro, acompañado por un puñado de caballeros, que mediante una carga desesperada consiguió atravesar el cerco en el que estaban atrapados, librándose así de la degollina generalizada. El resto es por todos conocido: no solo se perdió Alarcos, también Calatrava y Malagón, llegando las hordas africanas hasta las mismísimas puertas de Toledo poco después; e incluso, la catástrofe alcanzó a Madrid, que fue atacada.
Así pues, tenemos a los dos grandes artífices de que se produjera la batalla y masacre de Alarcos, vivos, a salvo y sin el menor rasguño: el obispo de Toledo, que con su algarada en tierras andalusíes quebró la tregua pactada entre almohades y castellanos; y al mismo Alfonso VIII, que por su inconsciencia, al no esperar a los aliados leoneses, propició la matanza entre sus filas y la condena a la esclavitud a muchos de sus súbditos.

Cruz de la orden de Calatrava

Largos años pasaron desde los tristes acontecimientos de Alarcos, hasta julio de 1212; durante los cuales, nuestro rey Alfonso se dedicó a resolver las disputas pendientes con su vecino y tocayo rey leones, al que ya había traicionado tiempo atrás, rompiendo una tregua y ocupando poblaciones leonesas que había jurado no tocar. Hay quien reprocha a Alfonso IX, el que aprovechara la derrota de su vecino, en Alarcos, para recuperar parte de esas tierras arrebatadas y que no se sumara a la cruzada que desembocó en la Batalla de las Navas. Me veo obligado a defender a este monarca. No hay que olvidar que no fue él, el que provocó a los almohades y no fue él el que rompió los acuerdos de paz con Castilla. Y a pesar de esas maniobras rasteras por parte de Alfonso VIII, quiso participar en la batalla de 1195; pero el castellano decidió no aguardar su llegada. Tal vez la catástrofe se hubiera producido de todas formas, nunca lo sabremos; pero eso no quita el hecho de que Alfonso VIII cometiera un acto de temeridad, negligencia y falta de visión estratégica que condujo al exterminio de su ejército.
Y luego está Sancho VII el fuerte, rey de Navarra, el último de la dinastía Jimena y primo de Alfonso. Este culpó a Sancho de lo de Alarcos, por su ausencia. Es posible que el rey navarro hubiese tenido la intención de sumarse a las fuerzas castellanas; pero si Alfonso no quiso esperar al otro Alfonso, el leonés, que se encontraba con su ejército en Talavera, mucho tendría que haberse apresurado Sancho para llegar a tiempo desde su feudo pirenaico. Pero el castellano no perdonó, y en 1199 atacó y conquistó Álava y Guipuzcoa, ayudado por su otro primo: el siempre fiel Pedro II de Aragón, arrebatando así buena parte de su reino a Sancho, a pesar del «acuerdo de paz» al que se había llegado tres años antes en la llamada Mesa de los tres reyes.

Escudo de la dinastía Jimena

Así llegamos al año 1211, en el cual aún estaba vigente una paz ratificada con el imperio Almohade, y que fue rota, como no podía ser de otra manera, por las huestes cristianas. En este caso, de mano de los freires guerreros de Calatrava, que desde la fortaleza de Salvatierra, enclavada en pleno territorio musulman, asolaban y saqueaban constantemente las tierras circundantes con el beneplácito de su monarca, que nunca olvidaría la «afrenta» de Alarcos.
En resumen, aquí tenemos a Alfonso VIII (o I, me es indiferente) de Castilla: un monarca que se distinguió por su absoluta falta de respeto a cualquier tipo de acuerdo o tratado; que aún así, no tenía ningún reparo en acusar de traición a aquellos que le fallaran a la hora de aumentar sus tierras y poder, aunque estos hubieran sido previamente atacados o perjudicados por él; aquí hay un rey que llevó a miles de sus soldados y caballeros a la muerte o esclavitud, por culpa de su incompetencia, mientras él escapaba sano, salvo y sin ni un arañazo; un rey que no hizo absolutamente nada por liberar a los barones prisioneros de los almohades, los cuales terminaron ejecutados. Pues bien, fue este rey el que promovió e impulsó la campaña de 1212, cuyo episodio más destacable sería la famosa contienda de las Navas; fue él el que logró que obtubiera del papa Inocencio III, la categoría de cruzada, por mediación del arzobispo de Toledo: Rodrigo Jimenez de Rada, hermanísimo del gran papa Inocencio, y fue Alfonso VIII, el que ha sido reconocido por la historiografía rancia predominante durante mucho tiempo en España, como el gran triunfador en la batalla más importante contra el islam.
Pasemos a tratar ahora el asunto de Las Navas de Tolosa en si mismo. La llamada del papa a la cruzada, atrajo a la península a varios miles de extranjeros o ultramontanos, en su mayoría franceses, empujados todos por la promesa del perdón de los pecados y, sobre todo atraidos por la idea de la posibilidad de botín y recompensas materiales. Muchos de estos eran veteranos guerreros que habían participado en la cruzada albiguense o cátara. Los mismos que, tres años atrás, habían sido responsables de la matanza indiscriminada en la ciudad amurallada de Beziers, entre otras carnicerías en el Mediodía, más allá de los Pirineos. El miembro más destacado de la expedición ultramontana fue el ilustre arzobispo de Narbona: Arnaud Amaury, al que se le atribuye lo de: «Matadlos a todos, que Dios ya distinguirá a los suyos en el cielo» en los momentos previos a la masacre de Beziers. No se sabe con seguridad si realmente pronunció esa oración; pero me caben pocas dudas de que, real o no, esa oración refleja muy bien la personalidad de aquel hombre de Dios.
Los ejércitos cristianos se concentraron en Toledo. Todos, menos las fuerzas de Sancho VII, se acantonaron en la ciudad imperial o en sus cercanías. Se intentó que los exaltados cruzados ultramontanos quedasen fuera de la ciudad, ya que se conocían sus «azañas» pasadas y presentes; pero aún así, no se pudo evitar que asaltaran la judería de Toledo, saqueándola e incluso asesinando a algunas personas. Por otro lado, también acudieron a la cita las órdenes monástico-militares del Temple, Hospital, Santiago y Calatrava, así como caballeros del reino de León, a pesar de la ausencia de su rey, algunos de Portugal y las milicias concejiles de varias poblaciones.
La cruzada, propiamente dicha, comenzó el 20 de junio cuando la vanguardia del ejército, al mando de Diego Lopez de Haro, atravesó el puente de Alcántara rumbo al sur. Esa vanguardia estaba formada por la mesnada del de Haro, milicias de Castilla y los gloriosos ultrapirenaicos. No tardaron en alcanzar Malagón, en la actual provincia de Ciudad Real, una plaza perdida en 1195, justo después del desastre de Alarcos. Inmediatamente se le puso sitio. Los moros defensores, ante la visión del enorme ejército que les asediaba, pronto aceptaron un acuerdo de rendición. Fue en esos momentos, cuando quedó claro lo que habían venido a hacer los santos soldados y caballeros ultramontanos. Por supuesto, estos cruzados, acostumbrados a los métodos empleados en el Languedoc, no respetaron el acuerdo y pasaron a cuchillo a todos los habitantes de Malagón. Pero, al igual que con la rapiña de la judería de Toledo, se toleró este acto y la campaña continuó. Al día siguiente de esta heroica acción, llegó el resto de la hueste cristiana.
Ahora las miras estaban puestas en Calatrava: una poderosa fortaleza, también ciudadrealeña, que había sido creada por los moros, conquistada por Castilla y vuelta a perder tras lo de Alarcos. Cuna de los monjes guerreros que adoptaron su nombre, después de que los caballeros del Temple la abandonaran en 1157, aduciendo que era indefendible. Este motivo, que dieron los templarios para abandonar Calatrava, ha sido tomado al pie de la letra por varios historiadores. No puedo dejar de pensar que creer eso es, cuando menos ridículo, ya que estamos hablando de una organización de guerreros que siempre estuvieron en las zonas fronterizas en los dos frentes abiertos de la cristiandad en aquella época: Tierra Santa y la península Ibérica. Estamos hablando de aquellos que se lanzaron al combate en las batallas de la Fuente del Berro  y los Cuernos de Hatting en Tierra Santa, en condiciones tremendamente desfavorables. Hablamos de aquellos que sacaron las castañas del fuego al ejército de Luis VII, durante la segunda cruzada; donde apenas trescientos caballeros del temple contuvieron y rechazaron a miles de musulmanes. Los caballeros Templarios fueron la punta de lanza de la reconquista, sobre todo en Aragón, desde que Alfonso I el batallador los introdujera en esta tierra, en la primera mitad del siglo XII. Y estos soldados, estaban a punto de protagonizar, a mi juicio, la mayor gesta de su historia en España; aparte de la que protagonizarían en el futuro, ya en el siglo XIV, al negarse a acatar su disolución ordenada por el papa, cuando se prestaron para la resistencia en cinco castillos catalano-aragoneses entre otros, en donde lucharían incluso hasta la muerte en algunos casos, durante más de un año.
Las fuerzas cristianas alcanzaron Calatrava a finales de junio. Como ocurriera en Malagón, se repitió el asedio y el temprano acuerdo en favor de los cruzados. Pero esta vez, estaba presente el grueso del ejército, con el rey Alfonso a la cabeza y el pacto se respetó, ya que no era costumbre en España las matanzas desatadas durante el medievo, pocas veces ocurrieron. Ese respeto de lo pactado, desagradó en extremo a los ultramontanos, que ultrajados (ya que ellos no habían venido aquí a parlamentar o a pactar, si no a matar y a saquear) decidieron abandonar la campaña en masa. Únicamente el arzobispo de Narbona, con unos cientocincuenta caballeros, permaneció junto al ejército cristiano. Debido a esta defección, la hueste alfonsina descendió considerablemente. Sabemos que el tema de las cifras es muy complicado. Si incluso en batallas del siglo XX, es dificil establecer el número de participantes y de bajas, como no va a serlo si hablamos del siglo XIII. Pero se calcula que las tropas cruzadas descendieron, de entre ochenta o noventamil, hasta sesenta o cincuentamil efectivos, que serían, más o menos, los que se enfrentarían al poderosísimo ejército Almohade, dos semanas después de la conquista definitiva de Calatrava.
La siguiente parada sería Alarcos, de triste recuerdo para Alfonso VIII, los freires de Calatrava, Santiago y para muchos otros. Se tomó sin mayores dificultades. A la vista estaba ya el castillo de Salvatierra, que había sido sometida por las huestes de Miramamolín, después de una llamada a la guerra santa, a cuenta de las constantes razzias sobre tierras andalusíes, cuyo origen era esa fortaleza de Salvatierra, custodiada por los de Calatrava. También las fuerzas del rey castellano habían realizado expediciones en tierras de lo que hoy es la provincia de Jaén, durante la vigencia de la tregua.
Prosiguió el avance hacia Sierra Morena, por parte de los cristianos, a cuyas filas ya se había sumado Sancho el fuerte (presionado por el pontífice) con doscientos caballeros. Ahora, el principal obstáculo era la formación montañosa que tenían delante, la cual les separaba de las fuerzas de al-Nasir, que con buen criterio, había decidido esperar detrás de la sierra, a que los cristianos pasaran por el puerto del Muradal, hoy Despeñaperros (un nombre muy español, por cierto). Al-Nasir, había colocado a parte de su ejército guardando el paso de la  Losa, un paso del que se decía que mil soldados, podrían defenderlo de cuantos habitan el mundo. Alfonso y su gente, sabían que adentrarse por aquel lugar sería poco menos que un exterminio asegurado para ellos. El señor de Vizcaya, envió a su hijo Lope, a reconocer y ocupar si fuera posible, las alturas del Muradal, con una pequeña fuerza como destacamento de vanguardia. Allí se toparon con el castillo del Ferral, cuyos defensores se lanzaron a hostigarles tan pronto les detectaron; pero los hombres de Lope resistieron hasta el día siguiente, 12 de julio, cuando llegó el grueso del ejército y los moros del Ferral se replegaron prudentemente, para reunirse con el ejército Almohade.
Allí estaba la gran masa de combatientes cristianos con dos opciones, ambas descorazonadoras: la primera, aventurarse por el paso de la Losa, una alternativa que de elegirla, probablemente convertiría a la expedición en otro Alarcos; la segunda, volverse por donde habían venido, con la consiguiente verguenza y deshonor que traería eso. Alfonso VIII eligió la primera opción. No es de sorprender esto, ya que pensaría que, como en otras ocasiones, aunque su gente fuera exterminada, él se salvaría.
Pero hete aquí que apareció de pronto la mítica figura de un misterioso pastor, que informó al santo ejército acerca de un camino alternativo, más seguro, para cruzar las estribaciones de Sierra Morena, y los guio por él. Este pastor legendarío, identificado por la historiografía posterior, como Martin Alhaja (un personaje que, casualmente también ayudó a las tropas de Alfonso, treinta y cinco años antes, según la leyenda), como san Isidro o hasta como un angel, fue calificado por el arzobispo Rodrigo Jimenez de Rada, en su crónica, como «escoria del mundo». No olvidemos que el Arzobispo estuvo presente en aquellos acontecimientos. Es interesante el tema del milagroso pastor, glorificado cientos de años después de los hechos; pero despreciado por algunos de los protagonistas. Pero eso es una historia aparte.


Monumento a ¿Martín Alhaja,
san Isidro, el arcangel Gabriel... ?
 Sea como fuere, el caso es que las fuerzas de la coalición se plantaron en la explanada conocida como Mesa del Rey, el día 14 de julio. Los dos inmensos ejércitos estaban cara a cara por fin. Frente a los cruzados se hallaban, aparte de las fuerzas Almohades, voluntarios fanáticos de todo el Magreb, tropas andalusíes de los sometidos reinos de taifas, los guardias negros de Miramamolín (imesebelen), la terrorífica caballería ligera mahometana, incluyendo jinetes arqueros turcos (los Agzaz) e incluso, fuerzas cristianas desnaturalizadas y vendidas. En total, muy probablemente el número de los efectivos Almohades ascendería a cien mil, e incluso algo más; aunque volvemos al problema de las cifras, esta sería, más o menos, la cantidad de enemigos con los que se toparon los hombres de Alfonso, es decir: aproximadamente el doble que ellos.
Los Almohades se prestaron para la batalla rápidamente. Lanzaron contra los cristianos a algunos caballeros para hostigarles. Pero sin mayores consecuencias, se llegó al día siguiente. El día 15 de julio, amaneció con los Almohades formados en orden de combate. Los cristianos rechazaron la «invitación» y se limitaron a escaramuzear. Con esto, Alfonso VIII, se vengó parcialmente de sus enemigos, ya que esa situación, con uno de los dos ejércitos prestos para el combate en balde durante horas, ya se había visto en 1195 cerca de Alarcos, pero con las tornas cambiadas.
Y llegamos así, al largamente recordado 16 de julio de 1212. Tras el perdón general, concedido a todos los reyes, condes, caballeros y hombres de armas de la hueste cristiana, se preparó el escenario para desencadenar la batalla más colosal jamás vista en estos lares.
Las fuerzas se distribuyeron en tres líneas, divididas a su vez en: centro, flanco izquierdo y flanco derecho. La vanguardia, como siempre, estaba formada por la mesnada de Diego Lopez de Haro, acompañada por caballería, mezclada con milicias a los flancos. En el centro de la segunda línea, formaron las cuatro órdenes con sus cuatro maestres, junto a la mesnada de Gonzalo Nuñez de Lara. Los flancos estaban protegidos por más caballería mezclada con milicias. Y la tercera línea, o retaguardia, estaba mandada por el mismísimo Alfonso, junto al arzobispo de Toledo, el de Narbona y otros prelados; y lo supuestamente mejor de la caballería cristiana en el centro, con el flanco izquierdo cubierto por el rey Pedro y el derecho por Sancho. En ambos costados, también había milicias, que estaban mezcladas en todo el dispositivo con caballeros, para evitar que se desbandasen, como había ocurrido en Alarcos.
Ya estaba todo dispuesto para el combate definitivo. Y así fue, por la «voluntad de Dios».

Comenzó la carga de caballería, que descendió por las inclinaciones de la Mesa del Rey, protegida de la lluvia de flechas moras, por una densa arboleda. Sin apenas bajas, alcanzaron las primeras líneas enemigas, formadas por débil infantería ligera, a las que desbarataron sin problemas. La paliza que se llevaron las primeras filas musulmanas, compuestas por voluntarios del imperio, fue tal, que a la caballería cristiana le sobró empuje para embestir contra la segunda línea del ejército Almohade, en la que formaban guerreros veteranos almohades, junto a los andalusíes. Pero los norteños cayeron en la trampa de siempre. A pesar del buen comienzo, al barrer la vanguardia mahometana, los caballeros se desgastaron y desorganizaron. Y se vieron frenados, complicados en violentos combates contra los aguerridos almohades (los andalusíes no estaban tanto por la labor). La segunda línea del ejército cristiano también había penetrado, sumandose a la lucha. Fue entonces cuando actuaron los flancos de Miramamolín: la caballería ligera, tal y como habían hecho en otras varias ocasiones, comenzó a flanquear a los atacantes, rodeándoles, castigándoles por ambos lados y por la retaguardia y; colocando a los cristianos, en una situación desesperada, tal y como estaba previsto, tal y como había ocurrido varias veces en el pasado. Al menos, dos tercios de las fuerzas de Alfonso, se hallaban rodeadas, hostigadas en todas direcciones y con las milicias en plena huída. Y es ahora cuando llega el momento de plantear la pregunta que formulaba al principio. En esa situación, clavada a la que habían padecido los ejércitos del norte, en otras batallas campales del pasado, ¿Por qué esta vez el resultado fue diferente?
Los combates se sucedieron durante interminables minutos. Alfonso llegó a declarar a su arzobispo Rodrigo: «arzobispo, muramos aquí, vos y yo, pues no es ninguna deshonra caer en estas circunstancias». El aludido le respondió que ni de coña, que se preparara para atacar al enemigo y que si Dios lo quería, ese día conocerían la victoria y no la muerte. Y entonces se produjo la famosísima carga de los tres reyes, que con una endiablada embestida, destrozaron a las fuerzas Almohades y alcanzaron hasta la zona en donde los imesebelen protegían la haima de Miramamolín.
Nada más lejos de mi intención, el quitar mérito a la carga de los reyes. Sancho VII, fue uno de los primeros en atravesar la línea de cadenas defendida por los fanáticos negros. No en vano desde entonces, aquellas cadenas forman parte del escudo de Navarra. El fuerte, con sus 2,23 metros de altura (no puedo creer que midiera tanto), debió de ser un guerrero formidable. Y que decir de Pedro II ¿el católico?, aquel que un año después moriría rodeado de cadáveres de sus enemigos, enemigos que no serán infieles musulmanes, si no cruzados cristianos que habían esclavizado y asesinado a muchos de sus sudbitos y aliados, al otro lado de los Pirineos, en lo que hoy es el Sur de Francia. En cuanto a Alfonso, pues andaba por ahí; pero no se le conocen más hazañas en esos trascendentales momentos y, aún así, se ha llevado todos los méritos de aquella enorme victoria.
El caso es que, en otras contiendas en las que los acontecimientos se habían sucedido de forma casi calcada a la de ese 16 de julio, fueron los musulmanes los que cargaron contra los cristianos, después de rodear y exterminar a la mayor parte del ejército cristiano, como ya he mencionado más arriba. Y entonces ¿por qué esta vez fue la retaguardia cristiana la que pudo cargar? Creo que es lógico pensar, que ese ataque pudo tener lugar debido a que el centro de la formación cristiana, a pesar de la situación comprometida en la que estaban, aguantaron y entretuvieron a lo mejor de las hordas Almohades, lo suficiente para que la carga pudiera producirse. Y ¿como es qué aguantó el centro en aquella jornada, cuando en otras batallas había sido masacrado? ¿Quienes estaban allí, que no habían estado en los otros encuentros? ¿Cual era la diferencia? En mi modesta e insignificante opinión, la diferencia la marcó la presencia de los caballeros del templo de Jerusalén: los Templarios.
La orden fue fundada en 1118. Antes que ellos, ya estaban los hospitalarios; pero los monjes del templo de Jerusalén, fueron los primeros en combinar el oficio de monje con el de soldado y, al cabo de poco tiempo, los templarios, mucho más soldados que clérigos, se convirtieron en el primer ejército profesional en Europa, desde el Imperio Romano. Las demás ordenes monástico-militares, posteriores todas ellas, fueron creadas a imagen y semejanza del Temple, pero ellos eran los «originales». Con el paso de los años fueron perfeccionando sus estrategias y sus despliegues en el campo de batalla, a medida que crecía su número de miembros, los cuales se extendieron por la mitad del continente. Las tácticas de esos guerreros se basaban siempre en una visión de conjunto, nunca en individualides. La infantería combatía en formaciones cerradas, la caballería les apoyaba, o al revés; pero siempre sin perder el orden de batalla. Fueron los únicos que admitieron a plebeyos en sus filas (sargentos), con prebendas casi idénticas a los nobles y también introdujeron a la caballería ligera en sus formaciones (turcoples), aunque estos no actuaron en España. En definitiva, creo que ellos, en gran medida al menos, fueron los que posibilitaron que las cercadas fuerzas cristianas resistieran, propiciando así, la carga de los tres reyes, una carga que fue imposible en otras lides pasadas.
Se podría objetar que aparte de los Templarios, también estaban en medio del «fregado» los de Calatrava, los de Santiago y la gente de Diego Lopez de Haro. Por supuesto que sí; pero, sin cuestionar la valía de estos guerreros, no hay que olvidar que esos mismos también estuvieron presentes en el desastre de Alarcos, en una situación muy parecida y con el resultado que ya conocemos.
Un dato significativo a destacar es que, el maestre del Temple: Gomez Ramirez sucumbió aquel día. Eso da una idea de la intensidad del combate en la que se vieron sumidos los Templarios. Las demás órdenes corrieron la misma suerte: el maestre de Santiago murió poco tiempo después, a consecuencia de las heridas sufridas en aquella jornada y, el de Calatrava, quedó tan maltrecho que fue sustutuido en el mismo campo de batalla.
El cronista Rodrigo Jimenez de Rada, se seshizo en elogios hacia las órdenes, sobre todo a la de Calatrava; pero tampoco faltaron cumplidos en sus escritos dirigidos al valor, arrojo y capacidades de los caballeros Templarios. No quiero decir, ni por asomo, que los del Temple ganaron solos la batalla. Pero sí que fueron un factor de vital importancia, tal vez decisivos aquel día. ¿Por qué la historia ha elevado a los altares al rey castellano y a su arzobispo, en detrimento de los demás? Alfonso era el rey de Castilla, el reino predominante en España, sobre todo desde entonces. Alfonso VIII siempre fue un buen amigo y servidor de la iglesia de Roma, a diferencia de sus parientes Pedro y Sancho. Y los Templarios, eran una orden de origen extranjero al fin y al cabo; que acabaron siendo acusados de herejía a principios del siglo XIV, condenados, torturados y ejecutados algunos y, finalmente disueltos por mandato del papa. ¿Cómo, en esta España pasada y presente, se les iba a reconocer mérito alguno? Por supuesto que hay historiadores rigurosos que asi lo hacen; pero por lo general, la participación de estos caballeros en la jornada de Las Navas, ha sido eclipsada en gran medida, en favor de algunos que no lo merecen tanto. No es de extrañar: todavía se presentan, en ocasiones, los hechos de Covadonga en 722, como el origen de la reconquista de ¡España! Y a Pelayo como a un rey cristianísimo, que se impuso a los infieles moros, socorrido por la virgen María en la batalla. Esto solo es un ejemplo, pero es sabido, que ha habido y hay muchos más.

El ejército Almohade había sido deshecho. Los obispos presentes comenzaron a entonar el Te Deum, cántico secundado por muchos de los componentes del ejército vencedor, dando así, las gracias a su dios por la victoria. Pero las hostilidades estaban lejos de haber concluido. A partir de entonces, bastantes grupos y destacamentos cristianos, se dedicaron a la persecución de los restos del descompuesto ejército musulmán. Muchos fueron alcanzados y exterminados en su intento de huída.
Los cristianos acamparon para reponerse de tan dura jornada durante un día y medio, que dedicaron a descansar, curar heridas y enterrar a sus caídos. El día 18 levantaron el campamento, tal vez repelidos por el insoportable hedor que se respiraría en el ambiente a causa de los miles de cuerpos que yacían en todo el campo a merced de los carroñeros y del sofocante calor de julio.
Los ejércitos cristianos prosiguieron el avance hacia el sur. No sin antes haber asaltado los cercanos castillos de Vilches, Baños y Tolosa. Este último, que dió nombre a la histórica batalla, se dice que fue bautizado así por el arzobispo de Narbona, en referencia a sus principales enemígos de aquel momento: los condes y caballeros del Languedoc, encabezados por Raimundo VI de Tolosa. El asalto de esos castillos corrió a cargo de los freires de Calatrava, apoyados por el susodicho arzobispo de Narbona. Los tres castillos fueron tomados y, por supuesto, sus defensores fueron asesinados sin excepción.
Las noticias de la derrota, de la persecución y de las matanzas en los castillos, se extendieron como el aceite derramado. El pánico se apoderó de los habitantes de Baeza, que abandonaron la ciudad junto a algunos supervivientes del ejército de Miramamolín que habían recalado allí. Solo unos cuantos ancianos e impedidos, al no poder viajar, decidieron encerrarse en la mezquita de Baeza. Cuando los calatravos llegaron a ese lugar y comprobaron el panorama, no se les ocurrió otra cosa que incendiar la mezquita. Los ancianos, heridos e impedidos que allí se hallaban, murieron abrasados, axfisiados o aplastados, todos ellos. Con esta acción, junto con la de los tres castillos, aparte de las correrías lanzadas desde la fortaleza de Salvatierra, los monjes de la orden de Calatrava tendrán, a mi juicio, el dudoso honor de ser considerados como los «cruzados de España».
Para el día 20 de julio, las fuerzas cristianas habían alcanzado la ciudad de Úbeda, a la que sitiaron. Tres días después fue asaltada. Pedro II, puso especial empeño en esta empresa. Él y su gente consiguió abrir brecha en una de las torres, por las que irrumpieron las hordas de Cristo. Aquí tuvo lugar uno de los puntos más oscuros de la campaña y, que marcó su final: los hombres de Dios dieron rienda suelta a sus instintos, saqueando, matando e incluso violando a muchas mujeres en Úbeda. Se llegó a una especie de acuerdo, en el que se impusieron unas prohibitivas condiciones monetarias, que muy pocos pudieron cumplir. La mayoría de los supervivientes a la matanza, fueron convertidos en esclavos. Poco después, una epidemia de disentería, junto a otras enfermedades causadas por las numerosas violaciones, unidas al lógico cansancio y desgaste después de más de un mes de caminatas, asedios, asaltos, combates, batallas, etc. dieron lugar al abandono de la campaña y al fin de la cruzada. Úbeda y Baeza no pudieron ser retenidas para la cristiandad y poco después, fueron recuperadas por el islam, hasta su conquista definitiva, más de veinte años después.

Tanto Pedro II, como Sancho VII, regresaron a sus tierras habiendo obtenido como beneficio, poco más que la gloria eterna por su heroísmo. Lo mismo, más o menos, se puede decir de los Templarios. Todos ellos serían ensombrecidos en el futuro por la figura del rutilante rey Alfonso VIII, el gran triunfador, el único que ganó tierras y, el que más riquezas, gloria y reconocimiento se llevó de todo aquello.
Quiero creer que, algún día, la historia haga justicia finalmente y, ponga a cada uno en su lugar de manera definitiva.